Por: Eliana Paez
“Mirar el retrovisor con justa proporción porque el pasado no debe ser sentencia, el pasado debe ser lección y el panorámico debe ser más grande que el retrovisor”, Anibal Hernández Salazar, terapeuta.
Nadie tuvo el mismo año, pero aún así, probablemente más de uno, como yo, se identifica con cierta sensación de nostalgia por todo y nada, donde, a pesar de tener una lista de agradecimientos, corta o larga, vive ese espacio de vacío que recuerda o busca olvidar ciertos eventos del presente año y sueña con el augurio próspero del nuevo que vendrá.
Por otro lado, hay quienes sienten armonía finalizando un 2022 de buenos momentos y, así mismo, esperan empezar uno nuevo de la misma manera. ¿Qué hice?, ¿qué dejé de hacer?, ¿podría mejorar?
Anibal Hernández Salazar, psicólogo, magíster en ciencias políticas, terapeuta individual y de pareja, asegura al respecto: “Para terminar este año con tranquilidad, a pesar de todo, los rituales psicológicos son una opción interesante. Es importante rescatar el tiempo de calidad, el tiempo de resonancia; alejarnos de tanta pantalla y encontrarnos en lo humano, en la mirada, en el abrazo. Es importante generar espacios de tranquilidad consigo mismo y ordenar”.
Según Hernández, ordenar es el primer paso de una serie de acciones que pueden ayudar a terminar este 2022 con la energía sana para iniciar un 2023 recargado:
Ordenar: La acción de ordenar tiene sentido desde lo básico; botar basura, limpiar la habitación, regalar lo que no se usa, dejar de lado la acumulación compulsiva y poner en orden las acciones que generan bienestar para el autocuidado.
Escribir: La escritura es un ritual que nos permite hacer balances, nos permite mirar el retrovisor con justa proporción porque el pasado no debe ser sentencia, el pasado debe ser lección y el panorámico debe ser más grande que el retrovisor, a veces tenemos demasiados retrovisores.
Escribir permite estructurar el ejercicio de análisis. Escribir ayuda a ordenar tus ideas. Hacer un balance de 2022: ¿Qué quedó atrás?, ¿qué cosas quiero dejar atrás? Esas rabias, esos rencores, esas antiguas versiones de mí; esos vínculos, esos cambios. ¿Qué quiero conseguir?, ¿qué objetivos me voy a plantear?, ¿qué aprendí este 2022?, ¿de qué me siento orgulloso(a)?
Agradecer: También es importante agradecer por esos desafíos que tuvimos; darse “like” a uno mismo. Reconocerse como una persona resiliente, valiosa; ese análisis permite generar tranquilidad ecuánime, sin idealismos absurdos ni perfecciones que no existen sino en las redes sociales.
En estas fechas se suelen tener idealismos sobre lo que es una familia. Es importante bajar esas pretensiones para que haya tranquilidad porque nos auto imponemos exigencias altísimas de familia perfecta. Las familias tienen dificultades, diferencias, adversidades.
Este agradecimiento puede dejarse por escrito, en un audio o un video; agradecer por la forma de familia que se tiene y también por las decisiones que se han tomado, para asimilarlas de manera positiva transformando los sentimientos de tristeza por haberlas tomado, en experiencias que pueden tener otras formas de felicidad.
Comunicar: En este paso, el afecto y la empatía lo son todo. Es importante darse espacios para mirar al otro, abrazarlo sin hablar. Dejar las arrogancias, soberbias, orgullos; este tipo de sensaciones obstaculizan el ejercicio humano y tranquilo. Decir lo que sentimos con empatía.
Perdonar: La acción de perdonar viene en doble vía: pedir perdón y perdonar. El perdón es necesario. Cuando te ofenden u ofendes a alguien, se activan tres erres:
- Rabia, es una emoción natural, instintiva (las emociones son naturales, son reacciones bioquímicas a un contexto) y regularmente la rabia surge cuando hay una lectura de un contexto de injusticia. Cuando alguien tenga rabia, no te preguntes por la rabia, pregúntate qué está leyendo esa persona que considera como injusto y qué le activó esa naturaleza instintiva bioquímica psicológica llamada rabia.
- Rencor, es dañino. La rabia es natural, la debemos sentir, elaborar y trabajar. Pero el rencor, que es dejar que la rabia deje de ser emoción y se convierta en sentimiento.
- Retaliación, deseos de venganza. Esto nos quebranta tres seguridades: la autoestima, la seguridad en sí mismo y la sociabilidad (los lugares que frecuentamos con esa persona no queremos ir).
El perdón no es justificar al ofensor; el perdón tiene que ser la gestión, una decisión de lo que hicieron conmigo. Una decisión sobre qué hago con la ofensa. Y es importante extraer aprendizajes.
Bendecir: Mazaru Emoto (1943-2014), autor japonés, habló sobre la vibración y el poder de nuestras palabras, no solo por la programación neurolingüística, sino por las frecuencias que determinó en sus estudios, donde afirmó que, las ondas que resuenan en el agua, agrupan las moléculas de agua de manera armónica cuando es benévolo y de manera amorfa cuando es perverso, con sentido de maldad y odio.
Los seres humanos somos 80 % agua, por lo cual, bendecir y desear lo mejor al otro es recomendable no porque el otro lo merezca o no según tu criterio, sino porque tú lo mereces.